Cómo comunicar a tus hijos la muerte de un ser querido

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La muerte de un ser querido es uno de los retos más duros para cualquier familia. Transmitir la noticia a tus hijos requiere planificación, un lenguaje adaptado a su edad y la movilización de recursos emocionales y familiares para acompañarles en todo el proceso.

En este post hablaremos sobre las cuestiones principales a tener en cuenta a la hora de transmitir la noticia.

1. Cuestiones claves

  • La noticia debe transmitirla una persona cercana al menor y en un entorno tranquilo.
  • El mensaje debe ser claro y conciso (más adelante veremos algunos ejemplos).
  • Debemos ceñirnos a la realidad para evitar fantasías, malentendidos o generar sentimientos de culpa.
  • Se debe responder de forma clara a las preguntas del menor, evitando detalles que no aporten y repitiendo la respuesta cuantas veces lo necesite.
  • Es importante mostrarle tu apoyo incondicional y recalcar que si más adelante necesita hablar del tema podréis hacerlo.
  • En la medida de lo posible, se recomienda que los niños/as participen en los rituales familiares con el fin de poder aceptar la pérdida y despedirse de su ser querido en compañía.
  • Puede ocurrir que los niños no parezcan reaccionar a la noticia debido a que no son conscientes de la magnitud de ella y que cambien rápidamente de un estado emocional a otro.

2. Antes de la noticia: La preparación

Antes de hablar con los niños/adolescentes, las figuras de referencia de los menores, deben coordinarse para reparar en la información que se les va a transmitir y cómo hacerlo de la manera más respetuosa y clara. Para ello, se puede realizar los siguientes pasos:

  • REUNIÓN DE LOS ADULTOS: El objetivo de esta reunión es acordar quién transmitirá la noticia, así como, organizar cuándo y de qué manera. Así, podeis acordar una lista de puntos clave donde detalleis qué decir y que no, posibles preguntas y aclaraciones.
  • DEFINICIÓN DE ROLES: Si estais disponibles varias personas de referencia del menor, es mejor que emita el mensaje solo una y otra se encargue de ofrecer contención física (abrazos, tocar su espalda o agarrar sus manos). De esta manera, la persona en segundo plano, puede ofrecer apoyo al emisor y completar o corregir alguna información transmitida si lo considera.
  • ELEGIR EL ESPACIO Y EL MOMENTO ADECUADOS: Es preferible comunicarlo cara a cara y en una habitación tranquila, con poca gente y sin ajetreo. Después de la noticia, se debe destinar un tiempo para asimilar la información. Si el menor no quiere hablar, debemos  respetarlo transmitiendo un contacto cercano y nuestra invitación a hablar sobre ello más adelante. Si le surgen dudas, responderlas de forma clara y sencilla las veces que sea necesario.

3. La comunicación según la edad

NIÑOS (3 – 6 años):

En esta etapa, los niños/as ven la muerte como algo temporal o reversible. No entienden la irreversibilidad ni las causas biológicas; piensan que el fallecido puede “despertar”. Igualmente, pueden confundir la muerte con separación (viajes), mostrar curiosidad o cambiar rápidamente de tema. A continuación, se detallan diferentes frases que pueden ayudar a transmitir el mensaje de una manera clara y manteniendo un sostén emocional.

  • Lenguaje simple y concreto: “El abuelo ha muerto.», «Morirse significa que su corazón ha dejado de funcionar y no volveremos a verle.”
  • Transmitir apoyo y amor: “Cariño, el tío Juan ha muerto. Estamos muy tristes y te queremos mucho.”, “No tienes que tener miedo: cuando alguien muere, no duele más y ya no está enfermo.”, “Está bien si lloras o si te ríes al recordarlo. Todas tus emociones son normales.”
  • Validación emocional para acompañar: Puede ser útil usar la técnica “Eco de palabras”: El niño dice “triste” → padre responde: “Veo que estás triste, y yo también lo estoy”.

💡Recursos para trabajar el Duelo en niños/as: Vídeo-Cuento educativo «Duele» y libro «Para Siempre».

NIÑOS (7 – 10 años):

A esta edad, entienden que la muerte es irreversible, pero les cuesta asimilar la permanencia de la pérdida. Pueden preocuparse por su propia seguridad o por la de otros por lo que muestran gran curiosidad por datos científicos haciendo muchas preguntas al respecto (“¿por qué pasa?”) y pueden experimentar ansiedad o culpa (“si lloré mucho, ¿se enfadó conmigo?”).

  • Explicación breve de causas: “Su enfermedad hizo que sus órganos dejaran de funcionar.”, “¿Por qué pasó?” → “Porque su cuerpo estaba muy enfermo y dejó de funcionar.”, “¿Volverá?” → “No; cuando alguien muere, no puede volver.”, “¿Dónde está?” → “En un lugar donde no sufre, pero vive en nuestros recuerdos.

ADOLESCENTES (11–18 años):

En esta etapa, tienen ya un concepto adulto de la muerte, es decir, entienden la irreversibilidad y buscan significado existencial. Se apoyan en su identidad e independencia. Es habitual que puedan necesitar aislarse, cuestionar creencias o buscar retos (deporte, viajes) para gestionar el dolor. En esta edad, la mejor estrategia es ofrecer apoyo y conversar con él/ella cuando esté accesible, respetando sus tiempos y espacio.

4. Después de la noticia: Estrategias de apoyo y seguimiento

Con estas pautas cotidianas, la familia refuerza constantemente el apoyo mutuo y facilita que los hijos (y los adultos) expresen sus emociones y necesidades de forma natural y segura, sin depender de actividades programadas.

  • Crear espacios de escucha diaria: Reserva cada día unos minutos (por ejemplo, al cenar o antes de dormir) para que cada miembro comparta cómo se siente. Durante ese tiempo, evita distracciones (móviles, televisión) y muestra atención plena: mira a los ojos, asiente y haz preguntas simples (“¿Qué fue lo mejor y lo más difícil de tu día?”).
  • Dar “mini-abrazos” frecuentes: No hace falta un gran gesto: un roce de hombro, un abrazo de 5 segundos al pasar o un beso en la frente refuerzan la sensación de seguridad y cariño.
  • Hablar de recuerdos con naturalidad: Cuando surja un objeto o foto del ser querido, comenten brevemente (“¿Recuerdas cuándo…”). Esto mantiene viva la memoria y muestra que la persona sigue formando parte de la vida familiar.
  • Modelar la expresión de sentimientos propios: Los padres pueden verbalizar sus propias emociones de manera sencilla: “Me siento triste porque echo de menos a la tía”. Al hacerlo, enseñan que está bien sentir y expresar dolor.
  • Ofrecer ayuda y preguntar directamente: En lugar de “¿Estás bien?”, prueben con “¿Hay algo en lo que quieras que te ayude o simplemente quieras que te escuche?”. Esto facilita que el niño pida apoyo concreto (acompañamiento para dormir, ayuda con la tarea).
  • Mantener rutinas flexibles: Conservar horarios de comidas, sueño y estudio, pero adaptarlos si alguien necesita más descanso o compañía. La previsibilidad da seguridad, la flexibilidad muestra empatía.
  • Validar sin comparar: Frases como “Entiendo que estés triste” son mejores que “Yo también perdí a mi abuelo y sobreviví”. Cada duelo es único; evitemos minimizar el dolor comparando experiencias.
  • Abrir pequeños “check‑in” durante el día: Mensajes cortos: “¿Cómo vas, campeón?” o “¿Todo bien en clase hoy?” Muestran apoyo incondicional y mantienen el canal de comunicación siempre abierto.
  • Reforzar la pertenencia al “equipo familiar”: Usar expresiones como “Estamos juntos en esto” o “Aquí somos un equipo” fortalece la sensación de solidaridad.

5. Detección de señales de alarma

Antes de concluir, es fundamental que los familiares estéis atentos a cómo evoluciona el estado emocional del menor tras la pérdida. Aunque cada niño procesa el duelo a su ritmo, existen ciertas señales que pueden indicar que necesitan apoyo adicional o profesional. A continuación, encontraréis una checklist de señales de alarma para ayudaros a identificar posibles dificultades en su adaptación y responder de forma adecuada.

Checklist de señales de alarma:

  • Sueño alterado: más de dos semanas con insomnio, pesadillas frecuentes o rechazo a acostarse.
  • Aislamiento social: evita jugar o relacionarse con amigos o hermanos durante más de 7–10 días.
  • Culpa excesiva: expresiones repetidas de “es mi culpa” o “si no hubiera…”.
  • Cambios drásticos en apetito: pérdida o aumento significativo del hambre durante más de dos semanas.
  • Bajo rendimiento escolar: caída continua en las calificaciones o falta de interés persistente en tareas escolares.
  • Irritabilidad o estallidos de ira frecuentes: reacciones desproporcionadas que no mejoran con el tiempo.
  • Comentarios sobre la muerte o deseos de morir: manifestaciones verbales de querer no estar o propias ideas suicidas.

Si marcáis dos o más elementos de esta lista, considerad la opción de buscar ayuda de un profesional para acompañar a vuestro hijo/a en este proceso.

Equiparse con herramientas sencillas de preparación, comunicación adaptada a su edad y dinámicas familiares de apoyo facilita el proceso de anunciar y gestionar la muerte de un ser querido. La coordinación de padres, la inclusión de rituales y el seguimiento regular garantizan un espacio seguro donde todos pueden expresar y acompañarse, aspectos que son muy importantes a la hora de elaborar el duelo de una forma saludable.

 

P.D. Si te encuentras transitando un duelo, te surge alguna duda o necesitas asesoramiento sobre este tema, estamos a tu disposición tanto online como presencial en el centro de Bilbao.

Laura Suero, Psicóloga Sanitaria. Colón de Larreategui, 41, 1ºizq 48009 Bilbao
Bilbao | Atención a adolescentes, adultos, familias y parejas.

 

“Quizás el dolor de la pérdida sea el testimonio más puro del amor que vivimos.” — David Kessler

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